Pero un día todo cambió, llegó el día en que me dije “Hoy”, y decidí aceptar la enfermedad y gritarla a los cuatro vientos (el médico me dijo “no lo digas, la gente te verá diferente, la gente es mala”). Yo, Maria Veronica, tengo FIBROMIALGIA, y la tendré mientras esté en esta vida, vivirás conmigo cada día, seremos mejores amigas, algún día enemigas, pero algún que otro día nos querremos. Esta en mí, y mi cuerpo me tiene que durar en todo mi recorrido por esta bella vida y tú vendrás conmigo, o tal vez no vengas.
Acepté que tengo una enfermedad, y que por momentos me siento como una anciana en un cuerpo de una joven mujer, que lucha por vivir sin dolor, que se levanta cada día con una sonrisa, que si la ves por la calle, no piensas que lleva a sus espaldas esta mochila de nombre SFM, que se considera una mujer joven, con mucho aún por recorrer y vivir.
Al aceptar esta amiga que vivirá contigo por siempre, tu vida cambia, todo lo que tienes a tu alrededor lo ves de otra forma, valoras las cosas de otra forma, vives diferente.
Hoy te digo, le digo a mi niña interior que, gracias a tí, que no permites que decaiga ni un segundo soy la mujer que soy, sigue siendo mi niña por dentro y sigue dándome la fuerza interna, pero aquí me despido, sé que dije que estarás conmigo en todo camino en esta tierra, pero en este viaje que voy a emprender, no quiero que me acompañes, nuevamente te digo GRACIAS, te suelto de mí, me suelto de ti.
Aquí, os dejo un enlace, para quien quiera saber un poquito más sobre mi amiga.